Universidad Politécnica de Madrid Universidad Politécnica de Madrid

Escuela Técnica Superior de Ingeniería
Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas

‘Hay que seguir’

La Delegación de Alumnos de la ETSIAAB esboza la crónica de un curso marcado en su recta final por el coronavirus.


05-06-2020

Por la DELEGACIÓN DE ALUMNOS DE LA ETSIAAB*

Septiembre. 7:30: suena la alarma. Me levanto, desayuno y cojo el metro para ir a la Escuela. Veo a mis compañeros tras unas merecidas vacaciones de verano. Acaban las clases y vuelvo a casa; veo un rato la tele y organizo mi agenda. Ceno, leo un libro que aún tengo a medias, tras un rato cierro los ojos. Octubre, noviembre, repetir.  

Diciembre. Día 20, 7:30. Es el último día de clase antes de las navidades. Me despido después de haber hecho el último examen parcial. Llego a casa, miro mi agenda, veo exámenes, comidas familiares y fiestas. Aunque no estén escritos, también hay reencuentros, abrazos, besos.  

Enero. Con sus primeros siete días de torbellinos en los que se hacen malabares para estar en todos sitios. Día 8, 9:00. Hoy tengo examen y estoy estresado, vivo en la biblioteca, solo veo a mi familia a la hora de cenar, echo de menos mi casa. Acabo. Vuelvo a casa.

Febrero. Voy a clase, tomo apuntes, quedo los fines de semana para tomar algo cuando el trabajo me lo permite. Vuelvo a la rutina, a ese café que me sirven muy caliente en la cafetería. Remuevo el azúcar mientras me siento en los bancos del ITD. Es hora de entrar a clase y me lo bebo de un trago.



“Hay algo de normalidad en las clases, vuelvo a tener un horario, lo cual me ayuda a sobrellevarlo”


Marzo. El móvil no para de vibrar. Mañana tengo examen, pero han cancelado las clases para frenar la propagación del coronavirus. Intento concentrarme, aunque he puesto la televisión para enterarme de las noticias. No dicen nada acerca de las universidades. Tras un rato comentan que el día 10 no habrá clase. Es día 9, hago mi examen de aquella manera. No hay otro tema de conversación en la Escuela, aunque tampoco tenemos muy claro que es un estado de alarma; es algo que no hemos vivido nunca. Llego por la noche a casa, de repente en las noticias hay gente que arrampla con el papel higiénico. No entiendo las noticias.

Declaran el estado de alarma. No tengo clases ni noticias de cómo va a salir todo esto. Algunos profesores han desaparecido, otros acaban de dar señales de vida. Incertidumbre en los medios, en mi familia, en mi trabajo. Hay algo de normalidad en las clases, vuelvo a tener un horario, lo cual me ayuda a sobrellevarlo. Descubres que pintar, hacer ejercicio en casa o cocinar son cosas que te relajan.

Te das cuenta de que estas en modo autómata: te levantas, asistes a clase, haces las tareas, estudias y te examinas. Eso un día, otro y otro. Te das cuenta de que la presión que tienes sobre los hombros no se tiene en cuenta, ni la ansiedad ni que un amigo tuyo o un familiar esté enfermo. No se empatiza lo suficiente. No importa, hay que seguir.

Te acostumbras a estar encerrado, ves cómo una excursión bajar la basura o al perro. Pero tienes que estar conectado todo el día para realizar entregas, para estudiar los exámenes, para enterarte de qué pasa. Aplaudes. Es de noche. Ya ni quieres ver las noticias; ves un capítulo de alguna serie en Netflix. A la cama, mañana hay clase.

Abril. Hoy me han llamado del trabajo: estoy despedido. Es mi manera de pagarme la Universidad, no sé si voy a poder seguir estudiando el curso que viene. No sé si merece la pena seguir esforzándome.

Mayo. Este mes he sufrido un par de ataques de ansiedad; apenas me ha dado tiempo a guardar algún momento para mí. De media han sido dos exámenes por semana y un trabajo a entregar. No sé cuánto tiempo voy a poder seguir este ritmo. Ha llegado un correo del SEPE: no tengo derecho a paro; es oficial. No creo que pueda seguir el año que viene. Pasamos de fase. Yo tengo las mías; a veces me desahogo gritando con la cabeza hundida en un cojín, otras diciendo entre lágrimas que ya no puedo más. Pero no, esto no puede acabar así. Cojo aire, exhalo. Hay que seguir.


* La Delegación de Alumnos de la ETSIAAB se encarga de coordinar y canalizar la representación de los estudiantes y defender sus derechos, tanto individuales como colectivos, ante las autoridades competentes.


Este artículo forma parte del número de junio de 'Savia', el boletín de la ETSIAAB.