Universidad Politécnica de Madrid Universidad Politécnica de Madrid

Escuela Técnica Superior de Ingeniería
Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas

El misterio de la hierba que no crece en el Bernabéu y ya cuesta 1,5 millones

El profesor del departamento de Ingeniería Agroforestal de la ETSIAAB, Carlos Gilarranz, explica en EL PAÍS algunos motivos del mal estado que sufre el césped del campo del Real Madrid esta temporada.


08-05-2023

A finales de enero de 2001, la afición del Ajax se hartó del estado del césped del Amsterdam Arena y soltó dos vacas sobre el pasto. Habían transcurrido menos de cinco años desde la inauguración del primer estadio de Europa con techo retráctil y el club ya había tenido que cambiar la hierba 24 veces. El Bernabéu va a un ritmo similar. Antes de la semifinal de la Champions contra el Manchester City del 9 de mayo, el Real Madrid instaló su quinto campo del curso. Alrededor de un millón y medio de euros de hierba ya.

El teletipo de la agencia Reuters sobre la protesta de los aficionados del Ajax detalla que “una de las vacas contribuyó a la mejora de la calidad del césped con algo de fertilizante natural propio”. En el estadio de La Castellana lo que pastaba el jueves por la tarde era un pequeño ejército de palomas. Engullían las semillas de una siembra reciente y delataban el problema. Se aprovechaban de un método habitual de maquillaje de campos en mal estado, según una fuente del sector: se esparcen semillas de crecimiento rápido, que en cinco días pueden haber germinado casi dos centímetros. Si uno se pone sobre el campo, se sigue viendo ralo, pero por televisión el efecto resulta muy convincente.

El estado de la hierba del Bernabéu es uno de los asuntos más comentados estos meses en los círculos de quienes se dedican a las instalaciones deportivas de golf y fútbol. La semana pasada se juntaron tres días en Toledo muchos de los mayores expertos europeos, que compartían una sensación de perplejidad. “Es un misterio para todo el sector”, dice uno de los asistentes.



El club lo atribuye al polvo que generan las obras de remodelación del estadio. “Sabíamos que esto se iba a producir”, dicen. El Madrid está construyendo un recinto apabullante sin dejar de jugar en él. Como obra civil, el desafío es formidable, único en Europa. Al césped, un organismo vivo muy delicado, la alteración de los equilibrios le está resultando demasiado estresante. Aunque su estado no depende de un único factor, como explica el profesor Carlos Gilarranz, de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM): “No me quedaría solo en el efecto del polvo, que es verdad que influye; pero examinaría más factores”. El polvo, por ejemplo, ya estaba presente la temporada pasada, cuando también se jugó bajo las obras, y el césped aguantó.

¿Entonces? Una fuente que conoce de manera directa el problema justifica la etiqueta de misterio que le ha colocado el sector: “Si no estás dentro, es más fácil acertar el Euromillón que esto”. Los diversos expertos externos consultados coinciden en apuntar a los factores que han cambiado de la temporada pasada a esta. El estadio se ha transformado durante estos meses en un aspecto fundamental para el césped: los trabajos en la cubierta han avanzado y se ha ido cerrando más la abertura. “El escenario es completamente distinto”, explica una fuente del sector que señala que la hierba recibe ahora algo menos de luz natural y que además el avance de la construcción ha alterado los circuitos de circulación del aire que funcionaban el curso pasado.

Hay otro aspecto que ha variado desde el verano: el césped está instalado ya sobre las placas que lo trasladarán al invernadero del hipogeo, el recinto excavado bajo el estadio, para preservarlo durante otros eventos una vez termine la obra. Se podría sospechar del efecto de las placas en la temperatura de la hierba, o de una cantidad insuficiente de arena bajo los tepes de césped, pero los expertos consultados lo descartan. Se inclinan por apuntar a las transformaciones en los volúmenes del edificio, un asunto estudiado ya en otros campos, empezando por aquel Amsterdam Arena inaugurado en 1996, en una época en la que aún no existían las lámparas para el cuidado de la hierba.



Una parte del techo del fondo sur del estadio de Wembley se retira para mejorar la luz cuando no se usa el recinto. En otros campos se alteró el proyecto arquitectónico con este mismo fin, como en el del Manchester City, donde los extremos de las gradas son más bajos que la parte central. Este campo cuenta también con un sistema de lamas regulables que admiten más luz cuando no se usa el campo y mejoran la ventilación.

El verdor y la perfección del césped de los estadios de fútbol es una ficción, construida a partir de multitud de ayudas artificiales: luces, ventiladores, abonos, sustancias antiplagas, composiciones híbridas, mallas de sustento... Estos recintos más o menos cerrados y con espacios de sombra muy significativos no constituyen el escenario ideal para la hierba, que tampoco prospera a la sombra de un árbol. Aún menos cercado por una obra mastodóntica creciente.

La situación es endiablada, pero cuenta con un horizonte esperanzador al que apunta la misma fuente con conocimiento directo, segura de que las causas son indescifrables desde fuera: “El año que viene el césped va a estar espectacular”.

La solución está en la cueva de 25 metros de profundidad excavada bajo el lateral oeste del estadio donde se está terminando un laboratorio muy sofisticado en el que vivirá el césped entre partido y partido, separado en seis planchas apiladas en sendos niveles. La hierba estará mejor en ese agujero que fuera, como explica el ingeniero Gilarranz: “En el hipogeo estará en condiciones parametrizadas. Allí está todo controlado, como en la UCI”. La temperatura, la humedad, los nutrientes, la ventilación, el corte y una iluminación con un espectro adaptado a las necesidades de la planta en cada momento.

Hasta entonces continuará el misterio irresuelto de la hierba imperfecta que intriga al sector. “Pero es el tipo de obra del que se dirá: ‘Hace 20 años el Madrid empezó algo que ahora es lo normal”, según uno de los asistentes al congreso de Toledo.


Este artículo fue publicado originalmente en 'EL PAÍS'