Universidad Politécnica de Madrid Universidad Politécnica de Madrid

Escuela Técnica Superior de Ingeniería
Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas

La escuela del escenario

El grupo Ishtar, formado por estudiantes de la ETSIAAB y con 30 años de historia, ilustra las virtudes del teatro universitario.


16-09-2019

Hincar los codos no es el único papel reservado a los estudiantes en la universidad. Lo saben bien en Ishtar, el grupo de teatro de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB), que ha celebrado recientemente el 30º aniversario de su creación. Sus miembros prueban que el ocio no está reñido con la creatividad o que la formación tiene otros escenarios distintos a las aulas. Pero, sobre todo, que la carga de los libros resulta más llevadera en buena compañía. Y, por si fuera poca recompensa, también reciben premios, como los cosechados en la última edición del Festival Nacional de Teatro Universitario.

“A mí me ha gustado siempre definir Ishtar más como un grupo de amigos con una afición común que como un grupo en sí de teatro”, asegura Inés Font, una de sus integrantes más veteranas. Ese es el espíritu con que nació la asociación estudiantil, la más antigua de cuantas hay dedicadas al teatro en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Aunque se constituyó oficialmente en 1990, ya había echado a andar dos años antes, en 1988, impulsada por un grupo de amigos que se formaban para ser ingenieros agrónomos. Desde entonces, cada curso se incorporan nuevos estudiantes, la mayoría sin experiencia previa sobre los escenarios.

Font, que este año se ha estrenado en la dirección de una obra tras actuar en muchas otras, recuerda cómo se sintió “muy acogida” por el grupo ya en la primera reunión. “Cuando entras de nuevas, aunque no te conozcan de nada, se involucran, nos involucramos, mucho con los nuevos”. Coincide con la experiencia de Diego Ruiz, ahora uno de los copresidentes de la asociación. “Realmente es como una familia que te acoge con los brazos abiertos”, afirma. Y destaca la sorpresa agradable que fue descubrir la flexibilidad con que funciona el grupo. “Cualquier persona puede dirigir una obra o aprender de luces y hacer luces; no tienes que encasillarte en la actuación o en los aspectos técnicos”.



Parte de los integrantes del grupo Ishtar.


La dinámica de trabajo es sencilla. Al principio de cada curso, se fija la fecha de una reunión para decidir sobre las propuestas que presentan algunos socios. “Siempre se intenta dar más peso a los textos originales porque, si un miembro del grupo ha hecho el esfuerzo de escribir una obra, hay que reconocérselo”, explica Ruiz, premiado como mejor actor de reparto en el Festival Nacional de Teatro Universitario. “Y, normalmente, en el momento en que se elige una obra también se elige un director, que se encargará de sacar adelante ese proyecto”. Luego llegan las pruebas para seleccionar el elenco. “Intentamos que todo el mundo que quiera actuar tenga cabida en algunas de las obras”. Por lo general, son tres: una para Navidad, dirigida especialmente al público infantil, y otras dos que concursan en el Festival de Teatro de la UPM. “Y después, ensayos, ensayos, ensayos”.

¿Qué les aporta el teatro? Alejandro Gutiérrez, ganador este año con El método del premio a la mejor dirección en el certamen de la UPM, pone el foco en “los valores humanos” que deben acompañar a la formación académica más allá de las aulas. “Y eso, indudablemente, te lo aporta una asociación como Ishtar, además de una serie de aspectos que luego puedes utilizar en tu vida profesional, ya sea la capacidad de hablar en público, expresarte por ti mismo o liderar grupos”. Para Font, la mayor lección deriva del trabajo en equipo “Somos un grupo muy dispar”, indica al referirse a las diferencias de ideas o intereses que puede haber entre sus miembros. “Hay gente con la que nunca te hubieras relacionado si no fuera por el teatro; sin embargo, aprendes a entender a las personas, a conocer cómo funciona cada una en equipo. Eso te hace muy tolerante”.

También aprenden a organizarse muy bien el tiempo para compaginar el teatro con los estudios. “No voy a negar que es complicado llevar las dos cosas con un alto grado de implicación, pero es reconfortante poder evadirte en algún momento”, asegura Gutiérrez. Abunda en esta idea Ruiz al recordar que llega un momento después de muchas horas de estudio en que no es eficiente seguir, entonces “necesitas una vía de escape que el teatro te da”. “Es una oportunidad para desconectar un poquito de tu vida de vez en cuando”, confirma Font. “Un lugar seguro donde sabes que nunca te va a pasar nada malo”.



Este artículo forma parte del número de septiembre de 'Savia', el boletín de la ETSIAAB.