Universidad Politécnica de Madrid Universidad Politécnica de Madrid

Escuela Técnica Superior de Ingeniería
Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas

‘Ornamento y alimento’

La nueva agricultura urbana integral, en suelo y altura, constituye un reto para técnicos y profesionales.


09-03-2020


Por JULIÁN BRIZ e ISABEL DE FELIPE*

El concepto de agricultura urbana integral (AUI) recoge las diversas modalidades que presentan las actividades agrarias (agrícolas, ganaderas) y forestales dentro del ámbito urbano (intra y periurbano). Por consiguiente, comprende las facetas ornamental y alimentaria, con jardines y huertos urbanos, que se solapan con frecuencia en sus funciones, existiendo flores comestibles y huertos decorativos.

Tradicionalmente la agricultura urbana integral ha venido desarrollando su actividad a nivel de suelo, en espacios habilitados para ello o zonas marginadas. Sin embargo, en los últimos tiempos, la nueva tecnología constructiva está facilitando la agricultura en altura (vertical agriculture, en inglés), ocupando azoteas y fachadas, sin problemas en el aislamiento o humedades.

En este contexto, la nueva agricultura urbana se está expandiendo de forma notoria en las grandes ciudades en lo que viene denominándose la nueva "revolución silenciosa agraria".

La gestión de las agriculturas de suelo y altura difiere en muchos aspectos. Las tareas de cultivo, tratamientos y recolección se realizan de forma distinta. Los costes de oportunidad y posibilidades de expansión en la agricultura en altura son, hasta ahora, desconocidos, al ocupar espacios infrautilizados (fachadas, azoteas) a los que aporta utilidades de aislamiento térmico y acústico, con otras contrapartidas sobre su instalación.



Huerto en altura del hotel Wellington, en Madrid. / I. de F.


La agricultura urbana se ha visto relegada de los avances innovadores que ha experimentado la agricultura rural, por una serie de motivaciones: desde el punto de vista económico se ha considerado siempre como una actividad urbana complementaria para abastecimiento de ciertos alimentos o simplemente como ocio. Socialmente el nicho de agricultores urbanos se ha visto como exótico, relacionado con movimientos de los verdes o progresistas, o para personal jubilado o desempleados, por lo que su peso no ha sido notorio. Esta forma apreciativa se ha traducido en escaso apoyo institucional, falta de cursos de formación y control de calidad de los productos y una desvertebración de los agricultores urbanos, poco incentivados para la innovación. La producción a pequeña escala y la baja productividad viene siendo la pauta de esta actividad, hasta ahora de mero pasatiempo.

Simultaneamente se ha producido un acoso de los planes urbanísticos, que acusan a la agricultura urbana de falta de higiene, malos olores, lo que, unido a presiones especulativas, ha reducido las zonas verdes (no solo las de producción de alimentos) a mera presencia testimonial. No obstante, las circunstancias están cambiando.

El nuevo horizonte urbano ofrece unas coordenadas especiales que obligan a los poderes públicos y a las instituciones a responder a las demandas sociales: la mejora del medioambiente y conservación de los recursos naturales, el abastecimiento alimentario y la disminución de residuos, consumo energético, huellas de carbono e hídrica y una gestión adecuada para lograr una economía azul.  

Para satisfacer estas exigencias sociales, la agricultura urbana constituye uno de los instrumentos a nuestro alcance. Sin embargo, su desarrollo se enfrenta a una serie de retos entre los que podemos señalar: espacios disponibles para su implantación, bien en el suelo o en altura (terrazas, fachadas, balcones); adaptación de planes urbanísticos; mejora de rendimientos y control de calidad; e impulso a la cadena de valor alimentaria para distribución de productos.

La forma operativa para responder a los retos planteados es a través de cambios e innovaciones en diversos escenarios: técnico, agronómico, burocrático administrativo, económico, medioambiental, legislativo y social, entre otros.

La nueva era de la agricultura urbana integral presenta un reto para técnicos y profesionales. Arquitectos e ingenieros deben diseñar nuevos planes urbanísticos y edificios que permitan instalar los cultivos, cuyas prácticas deben ser coherentes con la proximidad ciudadana, con especies vegetales y métodos de cultivo que satisfagan la demanda alimentario-ornamental y con una mano de obra tanto remunerada como de entretenimiento y recreo.

* Julián Briz es presidente de Pronatur e Isabel de Felipe pertenece al comité de dirección del itdUPM. Ambos son profesores jubilados de la ETSIAAB.


Este artículo forma parte del número de marzo de 'Savia', el boletín de la ETSIAAB.